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05 Fantasma: El final del encuentro

Situación: yo mismo en el fondo del colosal depósito de El Túnel, buscando libros para la mesa de ofertas. Una canción rompiendo el silencio, saliendo desde la nada misma, y una biblioteca bañada entera en una luz anaranjada. El contenido de la biblioteca: exactamente lo que buscaba, todo junto en un mismo lugar. Lorca, Esopo, Dickens, London y Verne, entre otros, pidiendo a gritos ser llevado a la mesa de diez pesos para esparcirse por el mundo. Lo que hice: después de mirar un poco alrededor de la biblioteca, intentando encontrar la fuente de luz y fallando, claro, agarré los libros que pude (se sorprenderían si les dijera la cantidad de libros que puedo cargar de una vez) y me di media vuelta. Ahí fue: lo primero que sentí fue una vibración muy fuerte en los oídos. Para ese momento la canción ya había terminado y todo lo demás estaba en silencio. La vibración era como el ruido que hace una radio cuando no sintoniza ninguna emisora, o al menos similar a eso, pero no le di tanta importancia en un primer momento. Di un par de pasos hacia la habitación contigua, volviendo, pero entonces la vibración se intensificó y pareció tomar la forma de... una voz más humana. No podía entender lo que decía, aún así, pero el corazón se me subió de golpe a la garganta. Giré la vista de nuevo a la biblioteca iluminada por el resplandor y pude captar de refilón cómo la luz se evaporaba y se arremolinaba en un lugar específico cerca del suelo. Les juro: por un segundo me pareció como si se formara el rostro de una chica joven, borroso, y me sonreía. De eso estoy seguro, al menos: de haber visto una sonrisa. Y no una sonrisa macabra o así, sino que... pura, cálida, abierta. Eso es lo que recuerdo. Eso es todo lo que vi: al momento salí corriendo, llevando los libros que tenía en la mano (no sé cómo tuve la fuerza de voluntad) y no paré hasta no verles las caras a mis compañeros. Todo esto me asustó mucho, sí, pero lo pienso y lo vuelvo a pensar y recuerdo que en el momento en que vi esa sonrisa llegué a sentir que todo estaba bien. Un calor en el pecho, sí, algo similar a la felicidad absoluta, por uno o dos segundos.

Jueves 2 de Marzo de 2017 | Novedades