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11 Fantasmas: Nuestros encuentros

Para poder explicarles cómo estoy tan seguro de que hay un fantasma en nuestro depósito y cómo sé que es mujer, primero hay que recapitular ciertas cosas. Hay que pensar en todos los indicios que se me fueron dando. Síganme por un momento, por favor.

Al poco tiempo de haber entrado a trabajar en El Túnel, fui testigo de algo rarísimo en la parte más honda de ese laberinto gigantesco que es el depósito. Yo buscaba libros para una mesa de ofertas, y ahí fue cuando vi la primera cosa extraña: una biblioteca entera bañada por una luz anaranjada que no parecía salir de ningún lado. Y al mismo tiempo empezó a sonar una canción que sonaba un poco triste. Cuando la canción terminó, cuando yo salí de esa especie de encantamiento que me obligaba a permanecer quieto mientras todo ocurría, empezó la vibración. Algo similar, digamos,  a la interferencia que se escucha en las radios, un eco distorsionado que se fue transformando poco a poco en algo similar a una voz humana.  Ahí ya no pude más y escapé, pero no sin antes ver de refilón cómo la luz anaranjada que iluminaba la biblioteca entera se evaporaba y se arremolinaba en un punto específico formando algo parecido a un rostro humano. Sonriendo. Una sonrisa abierta y cálida, sí, pero yo no quise ver  más. Corrí con el corazón desbocado hacia la parte delantera de la librería. Ese fue el primer indicio de la existencia del fantasma. Pero yo no estaba seguro. Creía que por ahí estaba sugestionado y mi mente se había inventado todo eso. Hasta mis compañeros pensaban que era sólo una locura mía, así que lo dejé estar, por un tiempo.

En algún momento me debatí entre ir de nuevo hacia la parte honda del depósito u olvidarme del tema. Soy alguien bastante curioso, y necesitaba saber, de verdad lo necesitaba. Pero hace mucho tiempo, como les conté, tuve un encuentro terrible con otro fantasma. O algo similar, al menos. Y por mucha curiosidad que tuviera, la verdad es que un posible encuentro con el posible fantasma del depósito me daba miedo. Yo ya tenía mis cicatrices, no quería ganarme otras nuevas.  Así que los días pasaron. Y en Halloween apareció el video en nuestra computadora. Eso sí que lo vimos todos, de eso sí que mis compañeros no pudieron desconfiar. Nadie había grabado ese video y nadie lo había descargado en la computadora. Yo me decidí a analizarlo exhaustivamente, entonces. Estaba seguro de que era algún tipo de mensaje de la presencia que, ahora tenía en claro, me esperaba allá atrás. Parecía ser la librería vista a través de sus ojos. Se sabe de la relación que hay entre los espíritus y la electricidad, así que algo como eso era perfectamente plausible. Encontré muchas puntas. Pueden leerlas en las publicaciones que fui haciendo. Pero lo esencial era sólo una cosa: el video era un ruego desconsolado. Era como si pidiera que viéramos a través de sus ojos, que lo comprendiéramos, que nos pusiéramos en su lugar, en otras palabras. Y no estaba tan equivocado. Fue por eso mismo que me decidí a buscarlo, de una vez por todas. Y eso es lo que ahora les voy a contar.

Jueves 2 de Marzo de 2017 | BLOG